En vísperas de la corrección que harán los cuatro cardenales
Un Papa es un hombre como tú y como yo… a quien se le asegura el auxilio del Espíritu Santo como fiel cristiano en virtud de su bautismo y confirmación, y como pastor en virtud de su ordenación episcopal, y que en virtud de su ministerio petrino tiene además el auxilio de la gracia para confirmar en la fe a los fieles cristianos de todo el mundo.
El cónclave que elige a un Papa no lo guía el Espíritu Santo, sino los señores cardenales. A ellos también les asiste el Espíritu Santo. Pero son libres, y pueden escoger a un candidato no querido por el Espíritu Santo (Dios lo puede permitir en sus planes inescrutables).
Así que lo que tenemos son auxilios especiales del Espíritu Santo, por un lado, y por otro lado, la libertad de los hombres. El hombre, incluido el Papa, puede resistir al Espíritu Santo, y por tanto, errar, pecar,… y hasta condenarse, sí, sí, ir al infierno. La infalibilidad papal sabemos que se refiere a casos muy específicos: es un abuso citar este dogma como disculpa de cualquier acción o enseñanza de un Papa como querida por Dios y acorde a la verdad y al bien.
Ahora bien, una persona que puede errar y que hasta puede estar en peligro de condenarse, ¿no es reprensible? Sí, y mucho. Por tres motivos:
- en primer lugar, por la gloria de Dios, pues no defender la verdad divina cuando ésta es contradicha es un grave pecado de omisión;
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en segundo lugar, por la salvación de las almas de los hombres, que llevadas al error por la autoridad personal de un Sumo Pontífice, se hallan en grave riesgo para su salvación, por lo que es urgente que el daño sea reparado y la verdad defendida en vez del error.
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en tercer lugar, por la salvación del alma del propio Papa que yerra y peca. Si necesita convertirse pero nadie le ayuda, mostramos poca caridad para con él, pues el bien mayor es buscar la salvación eterna de cada persona, y la verdadera caridad busca el bien (verdadero) del otro.
La reprensión puede doler, pero la medicina es necesaria cuando hay una enfermedad, por más que sea desagradable al inicio. El beneficio y el alivio se ven después, cuando la medicina ha hecho su efecto. En el caso de la corrección ésta puede alcanzar su objetivo o no, pero aunque la otra persona no se enmiende, es deber del creyente corregir a su hermano, al menos para que no se le reclamen cuentas a él por su omisión (cf. Ez 33,8-9). En el caso de un Papa, este deber de corregirle cuando yerra o peca corresponde en primer lugar a los cardenales y Obispos, y si ellos no actuasen, correspondería incluso a todos los fieles.
En esto están los cuatro famosos cardenales (sin duda, de los mejores de la Iglesia, tanto por su preparación como por su sentido de la responsabilidad ante Dios y ante los hombres), Burke, Cafarra, Meisner y Brandmüller. Y además, por lo que han dicho, la corrección está siguiendo unos pasos muy prudentes y pausados.
Pero, ¿hay necesidad real de corregir a Francisco?
No sabemos si Francisco se corregirá o no, pero sí sabemos lo que está haciendo y diciendo, y muchas (no pocas) de sus acciones, declaraciones y enseñanzas son contrarias a la verdad y peligrosas para el bien de la salvación de las almas y de la suya propia. Estamos hablando de materia muy grave. Por lo que ya hemos dicho, podemos deducir que está resistiendo al Espíritu Santo o yendo contra él (contra el Espíritu de la Verdad), y se encuentra en una situación objetiva de pecado público y grave escándalo para los fieles, pues está creando una confusión y una desprotección en los fieles por la que muchos ¡pueden en este momento tener en riesgo su salvación eterna!
No es el objetivo de este artículo repasar las acciones, declaraciones y enseñanzas de Francisco en los últimos ya casi cuatro años, pero a modo de ejemplo, recordemos alguna pincelada:
- Afirmó repetidamente que la Virgen pecó, que la Virgen no estaba colaborando en el misterio de la redención, y que, por tanto, no puede ser Madre de la Iglesia. Lo hizo al acusar a la Madre de Dios y Madre de la fe nada menos que del pecado de incredulidad en el momento de la Pasión.
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En Amoris Laetitia abre las puertas a la comisión de profanaciones y sacrilegios contra la Eucaristía, por medio de dos caminos gravísimos: tanto por el acceso a la Comunión y a la Confesión a personas en pecado mortal y sin contrición ni propósito de enmienda, como por cuestionar la indisolubilidad del Matrimonio. Esto se deduce del texto, pero además es la interpretación que el propio Francisco le ha dado: ver aquí y aquí.
Para quien quiera profundizar un poco más en la cantidad y gravedad de los errores de Francisco (además de los dos que acabamos de mencionar), hay abundantes estudios y muy documentados (no se puede aducir que son tergiversaciones de periodistas malintencionados). Por ejemplo, aquí y aquí.
A los fieles nos queda orar, permanecer en la verdad, y confiar en que la corrección anunciada surta su efecto. En caso de que Francisco no se enmiende el panorama sobre la Iglesia se revela muy difícil, lleno de nubarrones grises y amenazadores. Que el Señor nos dé la fortaleza y la sabiduría para vivir estos tiempos difíciles que nos han tocado.
Bonifacio Gómez de Castilla