Homilía 2º domingo del tiempo ordinario

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,1-11):
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.» Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha  Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones  de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.  Entonces les mandó: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»  Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían  sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo  pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Pensamientos para la homilía:
1. En Oriente, las bodas son acontecimientos abiertos. Es fácil que se  acabe el vino.

Hace un tiempo, tuve el honor de casar a unos novios libaneses, en Sitges. Me explicaron que Cana de Galilea, en la histórico. Y que es muy fácil que se acabe el vino en una boda en Oriente, porque allí las bodas son acontecimientos abiertos a todos: ¡Todo el mundo está invitado a la boda! ¡Qué bonito, hermanos! Esto quiere decir que tenemos que aprender mucho de nuestros hermanos de Oriente. ¡Qué generosidad tan grande!
2. ¡En nuestra vida a menudo se acaba el vino de la alegría, del entusiasmo, del verdadero Amor! Es parte de nuestra condición frágil y mortal… y pecadora. Entonces nuestra vida se convierte en algo insípido como el agua. Todos hemos hecho, muchas veces, la experiencia de ello.

  1. El milagro de transformar el agua en vino, en nuestra vida de pobres pecadores: ¡La obra de la Cruz!
    “La Cruz de Cristo es el Remedio de todos nuestros males”, dice un  autor antiguo.
    En la Cruz, Dios cargó con todas nuestras enfermedades, rebeldías y pecados, y con sus heridas nos curaba, dice la Palabra de Dios (Cf. Isaías 53).
    “AMOR CAUSA AMOR”, dice Santa Teresa de Ávila.
    Y San Juan Evangelista, el discípulo del Amor de Dios, nos dice en su primera carta (lo recordamos a menudo):
    “El Amor es esto: no que nosotros nos hayamos avanzado a amar a Dios,  sino que Dios ha sido el primero en amarnos, tanto, que ha enviado a su  Único Hijo como Víctima propiciatoria por nuestros pecados.

¡AMADOS,SI DIOS NOS HA AMADO TANTO, TAMBIÉN NOSOTROS TENEMOS QUE AMARNOS LOS
UNOS A LOS OTROS!” (1 Jn 4,10-11).

El testimonio admirable de un pueblo de Croacia, donde no ha habido, que se sepa, ni un solo divorcio ni una sola ruptura familiar: EL MATRIMONIO Y LA CRUZ, EL AMOR MÁS GRANDE.
El pueblo de Siroki-Brijeg en Herzegovina tiene una maravillosa distinción: ¡¡¡¡Nadie recuerda que haya existido un solo divorcio entre sus 13,000 habitantes!!!! (según datos oficiales son unos 26.000, el 98% son católicos) ¡Tampoco se recuerda un solo caso de familia rota!
Los habitantes croatas han mantenido su fe Católica, soportando persecución a causa de ella por siglos, primero a manos de los turcos y después de los comunistas. Su fe esta fuertemente arraigada en el conocimiento del poder salvador de la cruz de Jesucristo.
En Herzegovina la Cruz representa el amor más grande y el crucifijo es el tesoro de la casa.
Según la tradición croata, cuando una pareja se prepara para casarse no les dicen que han encontrado a la persona perfecta. ¡No! El sacerdote les dice: “HAS ENCONTRADO TU CRUZ”. Es una cruz PARA AMARLA, PARA LLEVARLA CONTIGO, UNA CRUZ QUE NO SE TIRA SINO QUE SE ATESORA. Cuando los novios entran a la iglesia el día de su boda, llevan el crucifijo con ellos. El sacerdote bendice el crucifijo.alianzas cruz
Cuando llega el momento de intercambiar sus votos, la novia pone su mano derecha sobre el crucifijo y el novio pone su mano sobre la de ella, de manera que las dos manos están unidas a la cruz. El sacerdote cubre las manos de ellos con su estola mientras proclaman sus promesas, según el rito de la Iglesia, de ser fieles el uno al otro, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, hasta la muerte.
Acto seguido los novios no se besan sino que ambos besan la cruz. Los que contemplan el rito pueden comprender que si uno de los dos abandona al otro, abandona a Cristo en la Cruz.
Después de la ceremonia, los recién casados llevan el crucifijo a su hogar y lo ponen en un lugar de honor. Será para siempre el punto de referencia y el lugar de oración familiar. En tiempo de dificultad no van al abogado ni al psiquiatra, sino que van juntos ante la cruz, en busca de la ayuda de Jesús. Se arrodillan y abren sus corazones
pidiendo perdón al Señor, tal vez lloran.
Enseñan a sus hijos a besar la cruz cada día, y de no irse a dormir como los paganos sin dar gracias primero a Jesús. Saben que Jesús los sostiene en sus brazos y no hay nada que temer.
Nos disponemos a celebrar la Eucaristía, el más esponsal de los sacramentos. Aquí celebramos una Alianza, Nueva y Eterna, sellada por Dios con cada uno de nosotros, con una Sangre derramada en una Cruz.
Memorial del Amor más grande y escuela del Amor más grande. Que María Santísima, la valiente y generosa corredentora al pie de la Cruz del Redentor, todos los santos y santas, enamorados de Dios, y todos los ángeles del cielo, nos ayuden a celebrar esta acción de gracias con todo el corazón y con toda el alma.
Y así lleguemos al cielo, al Banquete de Bodas que Dios nos tiene preparado, a la Fiesta de las Alegrías Eternas, pero no lleguemos allí solitos, sino cada uno de nosotros con un millón de amigos.
Que así sea.

Padre Joan Manel.

Padre Joan Manel

Sacerdote diocesano. Miembro del Movimiento Sacerdotal Mariano del P. Gobbi. Fiel devoto de la Virgen Santísima.

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