María, Arca de la Nueva Alianza.

Evangelio según San Lucas 1, 39-45

Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

Comentario:

“Unos días después”, está haciendo alusión al anuncio del Arcángel San Gabriel a María.  En el texto está originalmente escrito: se levantó. María se pone en camino y va de prisa.  Es interesante ver la humildad y sencillez de la Virgen que no se queda pensando: “Soy una mujer especial porque seré la madre del Mesías y ahora todos deben venir a servirme”.  Al contrario es ella que dándose cuenta de la necesidad de su prima Isabel, va a ayudarla.  Pensemos en las  dificultades que muchas veces experimentan las mujeres en el tiempo de su embarazo y más aún para una mujer anciana como Isabel.  Nosotros también nos tenemos que poner en movimiento para servir a nuestros hermanos.

En el Evangelio no nos dice quién acompañó a Maria en aquel viaje, pero podemos pensar que el largo camino desde Nazaret, al norte de Israel, hasta Ain Karem, al sur, cerca de Jerusalén, unos 150 kilómetros, es un tiempo en el que María podrá interiorizar todo lo que está sucediendo.  En nuestra vida, en nuestro camino, también tenemos que hacer silencio para meditar y entender la Palabra de Dios y la manera como el Señor acontece en nuestra cotidianidad.  En aquel tiempo que no existían los carros (coches), ni las grandes autopistas, el viaje era pesado.  Por día se podía avanzar máximo 30 km, es decir, que la Virgen estuvo viajando unos cinco días.

María cuando llega saluda a Isabel y no sabemos que le dijo, cuáles fueron las palabras, pero sí sabemos el efecto que produjeron.  Suceden dos cosas: Juan el Bautista, salta en el seno de su madre e Isabel queda llena del Espíritu Santo.

Isabel no solo habla sino que alza la voz y bendice a María y al Niño que lleva en sus entrañas.  El Misterio que permanecía en el secreto del anuncio del Angel a María, ahora Isabel lo dice en voz alta.

En aquella época en que no existían ni los teléfonos fijos, ni los celulares, ni los correos electrónicos, cómo pudo saber Isabel que María llevaba en su seno al Mesías?  Sin duda por la acción del Espíritu Santo y justo en aquel momento que escucha la voz de María que lleva en su seno a Jesús.

Pensando en las nuevas tecnologías que tanto nos sirven hoy para evangelizar pero que tantas veces nos han alejado de lo esencial y nos han robado tantos espacios de intimidad, como habría dado la Virgen hoy la noticia a sus amigos y familiares?  Yo creo que habría tenido la misma actitud que tiene en el Evangelio, el silencio y la prudencia.  De hecho ni siquiera lo reveló a San José.  Es el Angel del Señor que en sueños viene y se lo revela.

Hoy cuando una madre está en cinta, las fotos de las ecografías las comparten con todos. Y cuando un niño nace, prácticamente le toman las fotos en los primeros minutos de su existencia y van a parar en las redes sociales. No es una crítica pero… hemos perdido tantas cosas que son tan íntimas.  No me imagino a la Virgen en el momento de la Anunciación, diciéndole al Angel antes de irse: “Espera, espera hagámonos un selfie”.

Isabel, hace dos cosas: Declara bendita y feliz a la Virgen.

En este texto el gran protagonista es el Espíritu Santo. María ya en el momento de la Anunciación le ha preguntado al Angel: ¿Cómo será esto posible, si no conozco varón?. Recordemos la respuesta del Angel Gabriel: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”, por lo tanto María cuando llega a la casa de Isabel ya es viene plena del Espíritu Santo.  Ante la voz de María en el saludo, el niño Juan Bautista salta de gozo en el vientre de su madre e inmediatamente Isabel queda llena del Espíritu Santo.

Las palabras de Isabel las hemos aprendido todos desde niños cuando rezamos el Ave María.  Es la segunda parte de la oración, pues la primera es el Saludo del Angel Gabriel.

¿Cómo así viene a visitarme la Madre de mi Señor?. En esta palabra vemos como Isabel hace una profesión de fe en el Mesías al que llama Señor Κύριος (Kyrios).

Qué hermoso para las que son madres que tienen la experiencia de sentir que su hijos se mueven en el vientre. Esto sucede ante emociones fuertes de la madre. Juan se encuentra ante el Mesías. En  los salmos se dice que los “montes saltaron como corderos”.

El Angel Gabriel cuando anunció a Zacarías el nacimiento de su hijo Juan le hizo una profecía que se cumple en el momento en que saltó de gozo por la cercanía de Jesús en el vientre de María.  “Estará lleno de Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre”.

El Oficio de Lectura que rezamos todos los días los sacerdotes trae una hermosa lectura de San Ambrosio que comenta este pasaje de la Escritura.  Coloco aquí algunas frases que me parecieron hermosas: “Isabel fue la primera en oír la voz, pero Juan fue el primero en experimentar la gracia, porque Isabel escuchó según las facultades de la naturaleza, pero Juan, en cambio, se alegró a causa del misterio”, “Isabel sintió la proximidad de María, Juan la del Señor; la mujer oyó la salutación de la mujer, el hijo sintió la presencia del Hijo”, “El niño saltó de gozo y la madre fue llena del Espíritu Santo, pero no fue enriquecida la madre antes que el hijo, sino que, después que fue repleto el hijo, quedó también colmada la madre”, “Isabel fue llena del Espíritu después de concebir; María, en cambio, lo fue ya antes de concebir, porque de ella se dice: Dichosa tú que has creído”.

Un sacerdote carmelita

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