Es imposible que un devoto de María se condene

San Alfonso María de Ligorio cuenta la siguiente historia, famosa en su época:

“En una ciudad de Flandes, a principios del siglo XVII, había dos estudiantes amigos que frecuentaban las tabernas y burdeles. Un día, uno de ellos se retiró antes a su casa y el otro se quedó más tiempo en un burdel. El que se retiró antes solía rezar al acostarse las tres Avemarías, aunque de mala gana y medio dormido. A mitad de la noche se despertó con una terrible visión.

Vio a su amigo laméntandose desesperadamente entre llamas y con aspecto monstruoso, que le dijo que al salir del burdel se vio envuelto en una reyerta y perdió la vida y se condenó. “A ti te hubiera pasado lo mismo de no ser porque la Virgen intercedió por ti, ya que rezabas las tres Avemarías”. A la mañana siguiente el joven comprobó que su amigo había muerto. Entendió la lección y que debía su salvación a María. Profundamente conmovido, abandonó su mala vida, abrazó la vida religiosa y misionera y murió mártir en Japón”.

Un devoto de María podrá tener recaídas en el pecado, pero si tiene sincero propósito de enmienda, María se encargará de liberarlo paulatinamente de los vicios que le encadenan y hará que muera en gracia de Dios.

Es imposible que un devoto de María se condene, éste es uno de los puntos en que más insiste San Alfonso María de Ligorio en su obra “Las Glorias de María”: “Ella le alcanzará luz, arrepentimiento, verdadero dolor de sus pecados, perseverancia en la virtud y al fin morir en gracia”.

Para San Alfonso, la devoción a María es una gracia que Dios concede solamente a aquellos que quiere salvar:

“Ningún pecador, por grande que sea, que se encomiende devotamente a María, llegará a ser presa del fuego del infierno”, como reveló el Señor a Santa Catalina de Siena.

No hay que abusar de la gracia

Naturalmente esto no significa que alguien que viva habitualmente en el pecado, sin esfuerzo por salir de él, vaya a salvarse sólo por confiar en que María le salvará. Es necesario, por supuesto, tener un sincero propósito de enmienda. Si es así, aunque haya recaídas, no dudemos de que María se encargará de guiarnos hacia la salvación. Rezar el Santo Rosario, es una forma ideal de mostrar devoción hacia María. Así como las tres Avemarías, el Santo Escapulario, meditar sus Dolores…

El Salterio Mariano de San Buenaventura, dice: “Señora, vuestros devotos, no verán la muerte eterna”. Y San Alfonso, Doctor de la Iglesia, sentencia: “Jamás se ha visto que una alma humilde y amante de María se condene”.

 Rafael María Molina Sánchez

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