ADDENDA a Debacle actual y sus antecedentes

Esta es una ampliación de “A partir de marzo 2013 la Iglesia se ve gobernada por”.

La evangelización: tonto proselitismo

En diez consejos para la felicidad y la paz, en una entrevista que le hiciera la revista “Viva” del diario argentino “Clarín” (27 de julio de 2014) no nombra ni una sola vez a Dios o a nuestro Señor Jesucristo. Y dice cosas como ésta: “vivir y dejar vivir es el primer paso hacia la paz y la felicidad”.

Es decir que el hombre puede por sí mismo lograr la paz y la felicidad, con tal que pueda hacer lo que le venga en ganas y deje al otro hacer lo mismo.

Ahí también tiene palabras despectivas para lo que él llama proselitismo religioso. Proselitismo y buscar prosélitos. Aunque no lo dice abiertamente lo da a entender que está en contra del anuncio evangelizador cambiándolo por una comunicación dialogante. “Podemos estimular al otro con el testimonio para que crezca en ambos aquella comunicación, pero lo peor que puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza” .“La Iglesia crece por atracción no por proselitismo”. Una verdad a medias junto a una falta a la verdad. Es verdad que la Iglesia atrae porque quien llama y atrae es el mismo Señor. No es cierto que atraiga y menos aún que haya crecido y crezca sin lo que llama “proselitismo” y que en realidad alude al anuncio expreso de la Palabra y de la salvación en Cristo Jesús. Prosélito es quien se incorpora a una religión, quien se convierte y proselitismo es celo por ganar prosélitos. En buen romance, siendo la Iglesia Católica, la verdadera porque es la Iglesia fundada por el mismo Cristo -que se ha mantenido fiel a sus enseñanzas y en innúmeros santos mártires ha dado testimonio de seguir a su Señor-, entonces proselitismo viene a ser nada menos que el celo por la salvación de las almas por medio del anuncio y la enseñanza de la verdad y la incorporación a la Iglesia por el bautismo y sus otros sacramentos. Entonces, ¿cómo puede despreciarse la misión de evangelización tratándola de manera despectiva utilizando un término con propósito despectivo? Ante las palabras de Bergoglio se alzan las de san Pablo a Timoteo: “Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar. Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas” (2 Tm 4: 1-4).

Ya lo había dicho en una entrevista con su preferido interlocutor, el ateo Eugenio Scalfari, en “La Repubblica” (Octubre 1 de 2013)1: “El proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido. Hay que conocerse, escucharse y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos circunda. A mí me ocurre que después de un encuentro tenga ganas de tener otro porque nacen nuevas ideas y se descubren nuevas necesidades. Esto es importante: conocerse, escucharse, ampliar el círculo de pensamientos.”. Por tanto, no hay verdad que anunciar sino pensamientos y opiniones que intercambiar y tener la mente amplia, dejando de lado dogmas (como también más de una vez lo insinuará). En una palabra, deshacer lo que la Iglesia vino haciendo desde sus albores y por lo que tantos mártires dieron su vida. San Pablo tendría que haberse abstenido de gastar su vida por el Evangelio, porque era sólo cuestión de diálogo con Séneca o con los filósofos griegos. Se hubiera ahorrado el bochorno de la respuesta de los griegos en el Areópago. Aunque a decir verdad algunos prosélitos obtuvo.

Pero, no se detiene en opinar que hacer proselitismo es una soberana tontería sino que en caso que a alguno se le ocurra evangelizar, le dice que no crea el anuncio sea el de una verdad firme y absoluta. No nada de eso. Debe saber que: “No debe pensarse que el anuncio evangélico se transmita siempre con determinadas fórmulas establecidas o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable” (Evangelii Gaudium n. 129)

Y para más inri, pontifica:

Dialogar significa estar convencidos que el otro tenga algo bueno para decirnos, hacer espacio a su punto de vista, a sus propuestas. Dialogar no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones sino a la pretensión que sean únicas y absolutas.” (Mensaje para la XLVIII Jornada Mundial de las comunicaciones sociales. 1 de junio de 2014).

Claro, se entiende que él tiene sus propias ideas y ninguna tradición cuando dice esa frase que ya pertenece a su antología: Yo creo en Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios católico, existe Dios” (entrevista con Eugenio Scalfari para La Repubblica)

De aquí a la demolición de la fe el paso es inmediato.

No hay ni puede haber una fe firme y sólida sino incertidumbres

En una entrevista dada a la revista de los jesuitas “Civiltà Cattolica”, concedida al P. Antonio Spadaro el 19 agosto de 2013, en Santa Marta, dice:

Sí, en este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas queda siempre una zona de incerteza. Debe haberla. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y no es tocada por un margen de incerteza, entonces eso no está bien” .

¿Cómo un Vicario de Cristo, Sumo Pastor y Maestro, podría llegar a decir un despropósito tan grande? ¿Cómo se puede poner en duda la enseñanza de Cristo que nos transmite la Iglesia?

Pero, en esa entrevista hay más. “Si el cristiano es restauracionista, legalista, si quiere todo claro y seguro, entonces no encuentra nada. La tradición y la memoria del pasado deben ayudarnos a tener el valor de abrir nuevos espacios a Dios. Quien hoy busca siempre soluciones disciplinarias, quien tiende exageradamente a la “seguridad” doctrinal, quien busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, tiene una visión estática e involutiva” .

En todas estas sentencias aparece la verdad que sustenta la Iglesia como una cuestión variable, susceptible de opinión y de ser mejorada por la interacción con otras “verdades”. Está además diciendo que la misma Iglesia implica una tradición. No hay verdad absoluta, no hay certeza, sólo hay opiniones humanas sobre Dios que evolucionan con el tiempo.

Hay más: la respuesta dada a unos chicos italianos en Roma, el 18 de junio de 2016, cuando ante una pregunta sobre si alguna vez había estado su fe en crisis respondió:

Muchas veces me encuentro en crisis con la fe y a veces tuve también la desfachatez de reprocharle a Jesús: “¿Pero, por qué permitís eso?” y también dudar: “Pero, ¿esta será la verdad o será un sueño?. Y esto de joven, de seminarista, de sacerdote, de religioso, de obispo y de Papa. “Pero, ¿cómo el mundo es así si diste tu vida? ¿Pero, no será esta una ilusión, una excusa para consolarnos?”. A un cristiano que no haya sentido esto alguna vez, cuya fe no haya entrado en crisis, le falta algo, es un cristiano que se contenta con un poco de mundanidad y así va adelante en la vida”.

A esos jóvenes y a todos les está diciendo que es bueno dudar y que quienes no dudan son mundanos. Y lo que es aún peor, no sólo que ha dudado y su fe estuvo en crisis a lo largo de su vida sino ahora mismo. ¿Cómo puede un hombre así confirmar a los hermanos en la fe? ¿Qué fe teologal es ésa? ¿Qué fe católica es la de Bergoglio? ¿No está instando a la duda y diciendo que la fe debe cohabitar con la incerteza? ¿No se llama a esto apostasía?

Decir que el dogma no es inalterable, que evoluciona y por tanto cambia, es modernismo puro y duro y eso es lo que dice en declaraciones como la siguiente:

El mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma” (entrevista de Joaquín Morales Solá para “La Nación”, del 5 de octubre de 2014.

Grave esta afirmación porque primero pone en duda las definiciones dogmáticas sometiéndolas no a una sola interpretación clara, firme, definida y permanente sino a la categoría de interpretaciones. Si son interpretaciones esas pueden cambiar o mejorarse y luego volver a mejorarse y así hasta el infinito, es decir que el dogma deja de ser lo que es para ser cuestiones mutables de la fe y como el mundo cambia la fe debe seguir en sus cambios al mundo.

De sus declaraciones se podría deducir que nada le importa la verdad de la fe y por tanto la salvación de las almas. Lo cierto es que su visión no es sobrenatural sino de pertinaz inmanencia, lo prueba esa famosa entrevista dada en Brasil, en ocasión de la JMJ de Río, a O Globo News el 25 de julio de 2013.

Dijo entonces: “Si hay un niño que tiene hambre y no recibe una educación lo que debe interesarnos es que deje de tener hambre y reciba una educación. No importa si a darle esta educación son los católicos, los protestantes, los ortodoxos o los judíos. No me interesa. Me interesa que lo eduquen y le quiten el hambre” .

¿Qué dirían san Felipe Neri, san José de Calasanz, san Juan Bosco? ¿Cómo puede decir que sea indiferente quién lo eduque? ¿Es que no importa educarlo en la verdad de la fe y en la moral cristiana? Su indiferencia se comprende desde su total desinterés por la fe –cosa dicha extrañamente con gran claridad y no en modo ambiguo como es su costumbre- como condición necesaria a la salvación. O sea que, en última instancia, la salvación del alma no cuenta o todas son vías posibles de salvación. ¿A qué vino entonces el Hijo de Dios al mundo?

Más sobre el falso ecumenismo

Uno de esos principios francisquistas -que tanto recuerdan la hermética de Hermes Trimegisto- es “el todo es superior a las partes”, lo cual tomándolo, como se pretende, con valor universal comportaría que la suma de religiones es más que la Iglesia Católica. También a Bergoglio se lo oye repetir “tenemos que promover y trabajar sobre aquello que une y no sobre lo que divide”. Esa sentencia no es de su autoría pero sí la repite y aunque pueda sonar bien y razonable su efecto puede ser demoledor cuando se aplica a la religión. Como observaba el Cardenal Giacomo Biffi: “puede ser oportuno para salvaguardar las relaciones de buena vecindad en un condominio o la rápida eficiencia en un consejo comunal. Pero mucho cuidado si nos dejamos inspirar por esto en el testimonio evangélico frente al mundo, en nuestro compromiso ecuménico, en las discusiones con los no creyentes. En virtud de tal principio Cristo podría volverse la primera y más ilustre víctima del diálogo con las religiones no cristianas (de hecho ahora lo es). El Señor Jesús dijo de sí, en una palabras que sin embargo nos inclinamos a censurarlas: “Yo vine a traer la división” (Lc 12,51)” . Y agregaba: “En las cuestiones que importan la regla no puede ser más que esta: debemos observar sobre todo a lo que es decisivo, substancial, verdadero, nos divida o no nos divida”. De Giacomo Biffi (“Memorie e disgressioni di un italiano Cardinale”. Pag 178)

Refiriéndose el Cardenal Biffi a “Dominus Jesus” del Cardenal Ratzinger, compartido y públicamente aprobado por Juan Pablo II, donde se dice claramente que Jesús es el único necesario Salvador de todos los hombres, una verdad que lleva ya dos mil años, a partir del discurso de Pedro en Pentecostés, decía que llena de estupor y da la medida de la gravedad de la situación actual el hecho que haya tenido que ser recordado. Agregaba que aquella verdad es el mínimo grado de la fe, verdad esencial para un creyente que en 2000 años nunca se había puesto en duda. Ni siquiera en momentos de grandísimas crisis como la arriana o en tiempos de la Reforma protestante. Sin embargo, le preocupaba grandemente, que “haya sido contestado a todos los niveles, sea de la acción pastoral como de la enseñanza teológica y de la jerarquía”. Contaba una anécdota, un parroquiano que había propuesto al párroco presentar la “Dominus Jesus” a la comunidad, el párroco lo había desaconsejado porque “es un documento que divide”. (En el encuentro del Sacro Colegio Cardenalicio previo al Conclave del 2005 pag. 614-615).

Hace ya tres años, en la entrevista a Eugenio Scalfari aparecida en “La Repubblica” del 1 de octubre de 2013, decía Francisco:

“…Los padres conciliares (obviamente se refiere al Concilio Vaticano II) sabían que abrir a la cultura moderna significaba ecumenismo religioso y diálogo con los no creyentes. Desde entonces muy poco fue hecho en aquella dirección. Yo tengo la humildad y la ambición de querer hacerlo”.

Y vaya si lo hace porque estamos como nunca antes, con gestos de hermandad hacia todos y así “uniéndonos en lo que no divide”. ¡Lástima que la verdad sobre Cristo y su Iglesia sean las que dividen y que se apalee a los fieles católicos que defiendan la ortodoxia!

Más sobre indiferentismo religioso

Todas las religiones son igualmente válidas vías para la paz y todas se dirigen a un mismo Dios. Todos somos hijos de Dios. Estas son las repetidas falacias en contra de la verdad de la fe católica.

Así, dirigiéndose a inmigrantes mayormente musulmanes en un encuentro en Roma, el 19 de enero del 2014, día de la Jornada Mundial de los emigrantes, les recomienda que compartan sus experiencias “Los que son cristianos con la Biblia, los que son musulmanes con el Corán. La fe que vuestros padres os han inculcado os ayudará siempre a ir adelante…compartir de fe a fe, porque uno solo es Dios, el mismo…”.

A los musulmanes de Lampedusa que comenzaban el Ramadán les auguró “abundantes frutos espirituales” (8 de julio de 2013).

Como el tango “Cambalache”, ¡dale que va! Todo es igual: ¡la Biblia junto al Corán! Dios es uno, desde luego que sí, pero el conocimiento de Dios no es el mismo ni los preceptos que se derivan del dios de los otros lo son, porque esos son hasta contrarios a los nuestros. Dios es uno y el verdadero conocimiento de Dios lo tenemos los cristianos porque Jesucristo nos lo reveló. Dios, el verdadero Dios, nos manda amar hasta a los enemigos. El dios musulmán es el del Corán que manda decapitar al que no acepte el Islam. El musulmán tiene que imitar a Mahoma, una vida llena de gestos de violencia. El cristiano tiene a Jesucristo como modelo no sólo a imitar sino a seguir. Pero, ¿puede confundir así un Vicario de Cristo? ¿Por qué no oye a los cristianos de Medio Oriente o de otros lugares donde gobierna el Islam? ¿Y Jesucristo, dónde queda?

Los musulmanes ocupan un lugar importante en discursos, gestos, exhortaciones de Francisco

Ya no queda duda alguna y quienes más lo sufren son, en primer lugar, los cristianos de países islámicos y luego Europa. Veamos porqué:

Reiteradas veces pide a los países europeos que abran sus puertas a la inmigración irrestricta de musulmanes y como gesto trajo consigo del viaje a Lesbos doce inmigrantes musulmanes que alojó en el Vaticano. Eso sí, a los cristianos los dejó allá y cuando le preguntaron porqué dijo que no hay privilegios, el único privilegio es ser hijo de Dios y “todos somos hijos de Dios”. Tal la respuesta dada a un periodista en el vuelo de regreso de Lesbos, el 16 de abril de este año. Se puede leer en el sitio oficial del Vaticano. ¿Hasta cuándo esa mentira? No se es hijo de Dios por nacimiento sino por adopción, hijo en el Hijo, y por el Hijo con el bautismo y por la fe en nuestro Señor, la fe que acoge al Hijo de Dios (Cf. Jn 1,12). ¿O acaso los hijos de la luz son hijos de Dios? Esta, somos todos hijos de Dios, es una herejía reiterada en declaraciones y en videos.

Pidió perdón porque no habían sido acogidos (se refería desde luego a países europeos) y dijo que eran no una amenaza sino un don. Es decir que la inmigración en masa sería un don para Europa. Mientras eso decía, anatematizando a los europeos el desborde de Alemania alertaba a otros países para protegerse de todas las consecuencias que estaban a la vista: jihadistas que se aprovechan del descontrol por el ingreso masivo, inadaptación y exigencias a quienes los acogen, casos de estupros y otros delitos, pérdida de la seguridad y de la paz ciudadana

Cuando fue a la isla de Lampedusa gritó “Vergogna!” como si Italia tuviera la culpa de no poder contener el aluvión inmigratorio y no hiciese todo lo posible para darles alimentación y un techo provisorio y no hubiese rescatado a algunos de los muchos que se los tragó el mar.

Cuando le preguntaron por los atentados perpetrados por musulmanes buscando una justificación, absolutamente falsa, llegó a decir que también había católicos fundamentalistas y habló de “violencia católica”, todo eso en medio de un increíble malabarismo verbal.

A mí no me gusta hablar de violencia islámica porque todos los días hojeo los diarios y veo violencias… y estos son violentos católicos bautizados! Son violentos católicos (increíble falaz pirueta para referirse a casos policiales como la llamada “violencia de género” a la que Bergoglio le da ahora un contenido religioso). Además, dice “se puede matar con la lengua”. ¡Hasta dónde llega! Esta entrevista de antología, surrealista, se verificó en el viaje de regreso de Polonia, el 31 de julio de este año. Quien quiera leerla la encontrará en el sitio del Vaticano.

Por supuesto que no se debe hacer acepción de personas y que muchos, muchísimos musulmanes son víctimas de una guerra que fuera amañada por fuerzas muy oscuras que gobiernan en Occidente, pero llama la atención que los primeros y más afectados, los cristianos, hayan sido y sigan siendo ignorados por Bergoglio. El primer deber era proteger a estos hermanos en Cristo y por todas las vías directas e indirectas procurarles asilo. La apertura a la inmigración masiva es generadora de caos y resulta tremendamente perjudicial tanto para quienes reciben como para quienes inmigran cuando la sociedad es desbordada. El principio de solución empieza por otro lado. En lugar de acusar a Europa ¿Por qué no ejerce presión mediática y político diplomática sobre los ricos países árabes como Arabia Saudita, Qatar, Emiratos árabes? Son musulmanes como ellos y disponen de ingentes recursos como para acogerlos. La causa para Bergoglio son los fabricantes de armas pero esas armas llegan de algún modo y se llegan es porque alguien las financia y además van a determinados grupos con fines muy precisos. Denuncie, entonces, a los causantes verdaderos de la guerra, a las fuerzas oscuras que rigen las potencias y clame al Cielo para la conclusión de la guerra, como lo hace la Iglesia, llamando a todos a la conversión, a la penitencia, a rezar, ofreciendo Eucaristías, adorando y ayunado por la paz.

La primacía de lo pastoral

¡Cuántas desviaciones y sacrilegios se cometen en nombre de razones pastorales! Para el Sínodo de la familia y la posterior exhortación post sinodal “Amoris Laetitia” se ha dicho que las modificaciones eran de índole pastoral dejando intacta la doctrina. “Lo que importa es la vida”, dice Francisco, “dejemos las cuestiones doctrinales a los teólogos”. “Bella trovata”, dirán los italianos.

Pero, esto de utilizar razones pastorales como excusa de depredaciones también viene de lejos, del mismo Concilio Vaticano II. Sabemos que Juan XXIII quería renovar la Iglesia no con condenas sino con, así la llamaba, “medicina de la misericordia”. Esto nos lo recuerda el Cardenal Biffi en sus memorias. Absteniéndose de condenar los errores el Concilio -pensaba el Papa- habría evitado de formular enseñanzas definitivas, vinculantes para todos. Y a esta indicación de partida todos luego se atuvieron. Se trataba de un “Concilio pastoral”. Biffi advertía para entonces que el concepto de “pastoralidad” era ambiguo y se preguntaba si con eso no se quería decir implícitamente que los Concilios anteriores no habían sido pastorales o no lo habían sido lo bastante. “¿No tenía importancia pastoral el poner en claro que Jesús de Nazaret era Dios y consubstancial al Padre, como se había definido en Nicea? ¿Carecía de importancia pastoral precisar el realismo de la presencia eucarística y la natura sacrificial de la Misa, como había ocurrido en Trento? ¿No tenía relevancia pastoral presentar en todo su valor y en todas sus implicancias el primado de Pedro, como había enseñado el Concilio Vaticano I?” Si bien se comprendía que no era ése el propósito “existía el peligro de no recordar más que la primera e insustituible “misericordia” para la humanidad perdida es, según la enseñanza clara de la Revelación, la “misericordia de la verdad”; misericordia que no puede ser ejercida sin la condena explícita, firme, constante de toda tergiversación y de toda alteración del depósito de la fe que debe ser custodiado”. De otro modo se caería en el terrible error que todo dependería de nuestro arte de persuasión y no de la estrategia divina centrada en el acontecimiento pascual y de su anuncio. Anuncio, como dice san Pablo en su primera carta a los corintios, “sin discursos persuasivos de sabiduría humana (Cfr. 1 Co 2,4)

Deshacerse de obispos y seminarios que molestan

Así como ocurrió con Mons. Livieres, Obispo de Ciudad del Este en Paraguay también pasó con Mons. Leonard, Arzobispo de Bruselas. El modernismo en Bélgica se había instalado en el post Concilio y protagonistas fueron los Cardenales Suenens y su sucesor Daneels (sí, ¡el mismo del grupo San Galo!) Benedicto XVI trató de contener el proceso de devastación nombrando a Mons. Leonard como Arzobispo de Bruselas. Al llegar este último a los 75 años, hace de esto un año atrás, fue inmediatamente sustituido por el ex Obispo auxiliar de Daneels, de Kesel, y así se ha vuelto a lo de antes, es decir a traer el espíritu del mundo a la Iglesia. Por eso, no debería causar sorpresa –sí tristeza e indignación- que, por ejemplo, la Iglesia belga no haya dicho ni una palabra de condena ante el primer caso de eutanasia infantil. Y también, como el caso paraguayo, el único seminario con muchas vocaciones fundado por Mons. Leonard obligado a cerrar con la excusa que hay demasiados seminaristas franceses (¡!!).

Encuentro interreligioso en Asís. Diálogo en lugar de misión

Francisco no fue al Congreso Eucarístico Nacional de Italia en Génova. Se ve que no le interesa porque no hubo excusas. En cambio fue antes al de Cardiología y luego al encuentro de Asís promoviendo el diálogo con otras religiones.

Interesa la opinión de Benedicto XVI sobre el tema. Aquí algo de lo escrito por él en ocasión de darle su nombre al Aula Magna de la Urbaniana. 21 octubre de 2013:

El Señor Resucitado encargó a sus Apóstoles y a través de ellos a los discípulos de todos los tiempos, de llevar su Palabra hasta los confines de la tierra y de hacer de todos los hombres sus discípulos.

Pero –se preguntaba el Papa- ¿Esto es aún válido?. Es la pregunta que se hacen muchos dentro y fuera de la Iglesia. ¿La misión, es todavía actual? ¿No sería más apropiado encontrarse en el diálogo entre las religiones y juntas servir a la causa de la paz del mundo?

La contra pregunta es: ¿Puede sustituir el diálogo a la misión? Muchos hoy son de la idea que las religiones deberían respetarse mutuamente y, en el diálogo entre ellas, volverse una común fuerza de paz. En este modo de pensar, la mayoría de las veces, se da como presupuesto que las distintas religiones sean variaciones de una única y misma realidad; que “religión” sea el género común, que asume diferentes formas según las diversas culturas, que de cualquier modo expresa una misma realidad. La cuestión de la verdad, esa que en el origen movió a los cristianos más que todo el resto, aquí es puesta entre paréntesis. Se presupone que la auténtica verdad sobre Dios, en último análisis, sea inalcanzable y que lo que más se puede es a lo inefable hacerlo presente con una variedad de símbolos. Esta renuncia a la verdad parece realística y útil a la paz entre las religiones del mundo. Y sin embargo es letal para la fe. La fe pierde su carácter vinculante y su seriedad, si todo se reduce a símbolos en el fondo intercambiables, capaces sólo de aludir de lejos al inaccesible misterio de lo divino.

la cuestión de la misión se pone no sólo frente a las preguntas fundamentales de la fe sino también frente a aquella de qué es el hombre.

la alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría no puede tenérsela sólo para él, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta.

Cuando Andrés encontró a Cristo no pudo dejar de decírselo a su hermano: “Hemos encontrado al Mesías” (Jn 1,41). Y Felipe, a quien le había sido donado el mismo encuentro, no pudo dejar de decírselo a Natanael que había encontrado a aquél de quien habían escrito Moisés y los profetas (Jn 1,45). Anunciamos a Cristo no para procurarle a nuestra comunidad cuantos más miembros posibles, ni tanto menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir aquella alegría que nos ha sido donada”. Hablamos de Él porque nos sabemos pobres, frágiles, miserables pecadores incapaces de salvarnos a nosotros mismos y anunciamos al Salvador!! Es ésa la razón de la alegría y de la necesidad altruista de ir a los demás a anunciarlo. Pero no podemos olvidar que por encima de todo esto se yergue el mismo mandato del Señor.

La respuesta de Benedicto a toda esta corriente negadora del anuncio evangelizador de salvación que pretende sustituir la misión por el diálogo terminaba así: “Seremos anunciadores creíbles de Jesucristo cuando lo habremos verdaderamente encontrado en lo profundo de nuestra existencia, cuando a través del encuentro con Él, nos será donada la gran experiencia de la verdad, del amor, de la alegría”.

Las “enseñanzas” de Bergoglio sobre la Santísima Virgen

Para él la Virgen no es la mujer fuerte, firme en su fe. No es quien cooperó con su Hijo a la salvación, uniendo su dolor al sacrificio del Señor en su Pasión. No es la corredentora. No, no es aquella que al pie de la Cruz – fidelísima sierva del Señor- continúa dando su “fiat” a Dios. Nada de eso, para Francisco es una desencantada que se siente traicionada. Según él, la Madre de Dios no comprendió el valor del sufrimiento ni de la redención a través de su padecer unido al Hijo en oblación pura al Padre. En la “mariología bergogliana” María es ajena a la misión redentora, no ha comprendido nada, ni su participación a la obra salvífica ni la redención llevada a cabo por el Hijo, es sólo una madre que se rebela contra Dios. María –siempre según Bergoglio- recuerda en ese momento al Ángel para tratarlo de mentiroso. María blasfema olvida la profecía de Simeón. En definitiva, para Bergoglio, es una mujer como cualquier otra. Tal cual como lo sostienen la mayoría de los protestantes2.

He aquí las palabras de Bergoglio del 20 de diciembre de 2013 en Santa Marta:

Era silenciosa, pero dentro de su corazón ¡cuántas cosas les decía al Señor! ‘Tú, aquel día –esto y aquello que hemos leído- me dijiste que sería grande; me habías dicho que le habrías dado el Trono de David, su padre, que habría reinado para siempre ¡y ahora lo veo ahí! ¡La Virgen era humana! Y quizás tenía ganas de decir ‘¡Mentiras! ¡He sido engañada!’”

Y atención porque no fue una metida de pata del momento sino que estas blasfemias son reiteradas. El 29 de mayo, siempre a Santa Marta, en el encuentro con los niños enfermos dijo:

Muchas veces pienso en la Virgen, cuando le dieron el cuerpo muerto de su Hijo, todo herido, escupido, sangriento, sucio. Y ¿qué hizo la Virgen? “¿Sáquenlo?” No, lo abrazó, lo acarició. Aunque la Virgen no entendía. Porque ella, en aquel momento, recordó lo que le había dicho el Ángel: “Él será Rey, será grande, será profeta…”; y dentro de ella, seguramente, con aquel cuerpo herido que tenía entre los brazos, con tanto sufrimiento antes de morir, dentro de sí seguramente habría tenido ganas de decirle al Ángel: ¡Mentiroso! Yo fui engañada” Tampoco ella tenía respuestas”.

Hay más, mucho más

Sí, las herejías no terminan allí. Niega el milagro de la multiplicación de los panes reduciéndolo, como hacen los racionalistas, a un compartir los alimentos.

Es así como en Bolivia, el 9 de julio de 2015 le da una interpretación falsamente ideológica:

“…toma un poco de pan y algún pez, los bendice, los divide y los entrega para que los discípulos lo compartan con los demás. Y este es el camino del milagro. Ciertamente no se trata de magia o de idolatría. Jesús, por medio de estas tres acciones llega a transformar una lógica del descarte en una lógica de comunión, en una lógica de comunidad.”

Para él lo que fue un milagro patente relatado por todos los evangelistas sería magia, idolatría. Claro, cómo va a tener poder sobre la naturaleza si Jesucristo no es Dios sino alguien, como dice en Laudato Si, ¡sólo en armonía con la naturaleza!

Ya en el Angelus del 2 de junio de 2013 había dicho:

Luego toma aquellos panes y peces, alza los ojos al cielo, recita la bendición –es clara la referencia a la Eucaristía-, después los parte y comienza a dárselos a los discípulos y ellos los distribuyen…y los panes y los peces no terminan, ¡no se acaban! He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración. Comieron todos y sobró, es el reino de Jesús, pan de Dios para la humanidad”.

LUTERO, elogiado por Bergoglio

Las implicancias del elogio a Lutero y las sospechas acerca de la intención son grandísimas. El elogio fue en el viaje de retorno de Armenia, el 26 de junio de este año 2016. Figura en el sitio oficial del Vaticano. Estas fueron sus palabras: “Creo que las intenciones de Martin Lutero no estuvieron equivocadas; era un reformador. Quizás algunos métodos no eran propiamente un modelo para imitar. Había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, había apego al dinero y al poder. Y él protestó por eso. Luego, era inteligente y dio un paso adelante justificando el porqué hacía todo esos sobra la doctrina de la justificación. Sobre este punto tan importante no se había equivocado. Él hizo una medicina para la Iglesia”.

No vale la pena adentrarse en el tema de los escándalos de la Iglesia ni tampoco de los escándalos de Lutero sino ir al punto más inquietante: Lutero sobre el tema de la justificación tenía razón3. Afirmar eso es borrar de un golpe las enseñanzas de la Iglesia acerca del libre albedrío y la necesidad de las obras y cancelar la condena de Trento. Porque para Lutero la justificación viene por la sola fe en Jesucristo prescindiendo de las obras y de la cooperación del pecador con la gracia. Extraño que ¡justamente Bergoglio! pueda decir que Lutero tenía razón en ese punto. Extraño porque tantas veces le gusta recordar el pasaje de Mateo 25, en el que el Señor viniendo en su gloria juzgará a unos y otros de acuerdo a las obras (Cf. Mt 25: 31s). Lutero, lo recordamos, negaba además el Magisterio (Sola Scriptura y libre examen de las Escrituras), el sacerdocio ministerial y sosteniendo que la salvación viene por la sola fe consecuentemente niega los sacramentos, excepto el bautismo.

Pues, la sospecha, con tanto elogio y festejo (¡!!) por los 500 años, del cisma, más que fundada es que el próximo ataque será a la Eucaristía. No hay dudas que mucho se “avanzó”, porque ya bien desacralizada está con la comunión de pie y en la mano, al mejor estilo protestante, y la liturgia. La liturgia implica todo: la celebración en sí, “versus populum”, (fundamentada por una eclesiología horizontalista), la exaltación de la Cena –y no precisamente como Banquete Sacro- y el oscurecimiento e incluso negación de la necesaria y fundamental dimensión sacrificial, por tanto negándole a la santa Misa su valor redentor.

¿Qué pasará, qué dirá Bergoglio en Suecia a fin de octubre? Falta poco para saberlo aunque el ataque final a la Eucaristía podrá venir envuelto, a su mejor estilo, en ambigüedades y palabras anodinas. Permanezcamos vigilantes.

Aunque habría más para denunciar y alertar, baste esto como complemento del artículo sobre “La Debacle actual en la Iglesia y sus antecedentes”.

¿Qué hacer ante esta trágica situación en que se encuentra nuestra Iglesia? Confiar en que el Señor conduce y protege a su Iglesia poniendo todo en manos de la Santísima Virgen. La purificación es necesaria pero el triunfo del Corazón Inmaculado está a las puertas. Mientras tanto nos toca alertar, denunciar el error y la impostura, permanecer vigilantes e informados, pero por sobre todo rezar, adorar, hacer penitencia y reparar permaneciendo siempre fieles a Cristo, a su verdadera Iglesia, bajo la guía de su Madre.

Froilán Aulé

7 de octubre de 2016

Día de Nuestra Señora del Rosario

1 «Il proselitismo è una solenne sciocchezza, non ha senso. Bisogna conoscersi, ascoltarsi e far crescere la conoscenza del mondo che ci circonda. A me capita che dopo un incontro ho voglia di farne un altro perché nascono nuove idee e si scoprono nuovi bisogni. Questo è importante: conoscersi, ascoltarsi, ampliare la cerchia dei pensieri.»

2 No todos los protestantes conciben a María como una mujer cualquiera. Por lo contrario los hay que son mucho más marianos que muchos llamados católicos. Un ejemplo paradigmático es la Hermana Basilea Schlink, fundadora de la Hermandad evangélica (protestante) de María. Esta gran mujer fue además valiente opositora de Hitler y escribió más de 100 libros. Mientras en algunas iglesias y hasta en conventos se enseña y practica yoga, Basilea Schlink denuncia la impostura en “Los cristianos y el yoga”. Murió en el 2001.

3 Al respecto escribió Juan Pablo II, en un mensaje dirigido al Cardenal Willebrands, Presidente del Secretariado para la unión de los cristianos, del 31 de octubre 1983, respecto a Lutero y al cisma por él creado dice:

“Igualmente resulta claro que la ruptura de la unidad eclesial no se puede reducir ni a la falta de comprensión de parte de las autoridades de la Iglesia Católica, ni sólo a la escasa comprensión del verdadero catolicismo por parte de Lutero, aunque ambas cosas han tenido su papel.

Las decisiones tenían raíces mucho más profundas. En la disputa sobre la relación entre fe y tradición, estaban en juego cuestiones de fondo sobre la recta interpretación y sobre la recepción de la fe cristiana, las cuales tenían en sí un potencial de división eclesial no explicable con las solas razones históricas”

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