Una gran devoción desconocida, Los Dolores de María

San Alfonso María de Ligorio nos cuenta como Jesucristo reveló a la beata Verónica de Binasco que Él se complace especialmente cuando las almas meditan sobre los dolores que su santísima Madre padeció viéndole morir.

Por otra parte cuenta Santa Brígida un hecho muy significativo que redunda en el gran poder de esta devoción. Se trata del caso de un moribundo impenitente. Había pactado con el demonio y llevaba 60 años entregado a todos los pecados imaginables. Estaba obstinado en no querer confesarse, echando de malas maneras por 3 veces al sacerdote que intentaba administrarle los últimos sacramentos. A la cuarta vez el sacerdote volvió y le dijo con energía: “Has hallado la misericordia del Señor y vuelvo tantas veces porque Él me lo manda”.

Sorprendido el moribundo le preguntó que como era posible tal cosa si él había servido al demonio durante 60 años. El sacerdote le respondió: “Jesucristo quiere tu salvación debido a la intercesión de su Madre la Virgen porque a pesar de tu vida depravada Ella se acuerda de la devoción que un día tuviste a sus dolores y que aún en tu vida de pecado a veces te compadecías de María”. Profundamente conmovido el moribundo se deshizo en lágrimas. Totalmente arrepentido hizo una buena confesión muriendo en gracia de Dios.

Los Dolores de María son siete. Os ofrezco un resumen de los comentarios de San Alfonso María de Ligorio:

1º. La profecía de Simeón (Lc. 2, 22-35) El santo profeta le predijo que aquel Hijo suyo había de ser el blanco de todas las contradicciones y persecuciones de los hombres y que por eso la espada del dolor le atravesaría el alma. A partir de ese momento María tuvo conocimiento de todas las penas que le esperaban. La Misma Virgen dijo a Santa Matilde que al oír esta profecía de San Simeón toda su alegría se convirtió en tristeza.

2º. La persecución de Herodes y la huída a Egipto (Mt. 2, 13-15) La distancia a Egipto era muy larga, 400 millas, el viaje duró como mínimo 30 días, el camino, como describe san Buenaventura, era áspero, desconocido, era invierno, debieron afrontar lluvia y viento sin casas ni posadas con peligros de ladrones y fieras. Según San Anselmo estuvieron 7 años allí como extranjeros sin rentas, dinero, ni parientes debiendo sobrevivir a duras penas con su trabajo.

3º. Jesús perdido en el Templo, por tres días (Lc. 2, 41-50) Este fue el dolor más grande que sufrió María a lo largo de su vida, pues incluso durante su pasión y muerte le tenía físicamente cerca. Estos 3 días fueron los más terribles para la Virgen. Se había visto privada sin saber porqué de su Hijo amadísimo, perdiéndose así la posibilidad de redención del mundo y sintiéndose castigada por Dios sin conocer el motivo. Estos 3 días le parecieron 3 siglos.

4º. María encuentra a Jesús, cargado con la Cruz (Vía Crucis, 4ª estación) La Virgen reveló a Santa Brígida que cuando se iba acercando el momento de la Pasión del Señor sus ojos estaban siempre llenos de lágrimas y un sudor frío le recorrió el cuerpo. El día destinado vino Jesús y se despidió llorando de su Madre para ir a morir. Los apóstoles le fueron refiriendo los maltratos recibidos de parte de Caifás y de Herodes. Finalmente San Juan le comunicó su condena a muerte. Luego cuando pudo verle y comprobar su terrible aspecto, sufrió un dolor capaz de darle mil muertes.

5º. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor (Jn. 19, 17-30) Todas las penas que sufrió Jesús en su Pasión eran también penas de María dice San Jerónimo. Unos se reían de Él, otros blasfemaban, otros se burlaban. Todas aquellas palabras eran para la Virgen nuevas espadas de dolor según le comunicó Ella misma a Santa Brígida. Lo que más dolor le causaba es que Ella misma con su presencia y dolor aumentaba el tormento de su Hijo. Cuando oyó a su Hijo exclamar: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” se sintió Ella igualmente desamparada y no pudo olvidar esta frase durante toda su vida. Esto lo sabemos también por las revelaciones a Santa Brígida.

6º. María recibe a Jesús bajado de la Cruz (Mc. 15, 42-46) La lanza que sufrió Jesús en el costado, de la que salió sangre y agua se dirigió a Jesús, pero María sufrió el dolor y según Santa Brígida al retirarse la lanza y aparecer la punta enrojecida de sangre sintió como si su propio corazón estuviera taladrado el ver el del Hijo. Según dijo un Ángel a la misma santa fue preciso que Dios obrara un milagro para que la Virgen no muriese en ese momento.

7º. La sepultura de Jesús (Jn. 19, 38-42) Cuando una madre siente que su hijo va a ser sepultado la idea de que no le verá más es un dolor que excede a todos los demás dolores. María estaba consumida de dolor y los discípulos tuvieron que apartarla amorosamente, con una respetuosa violencia, para que esta pobre Madre no muriese allí de pena. Escribe San Fulgencio que la Virgen deseó que su alma fuese sepultada con el cuerpo de Cristo.

Procuremos meditar y acordarnos de tan terribles dolores que sufrió nuestra querida Madre, por causa de nuestra redención. Ella nunca se olvidará del hijo que medite sus dolores.

Rafael María Molina Sánchez

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